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No te hagas el sordo, Roca mía.

  • Sandra Tabares
  • 6 mar 2015
  • 1 Min. de lectura

Salmo 28(27):

A ti te llamo, Señor, Roca mía,

no te hagas el sordo; no sea que, si guardas silencio,

me ocurra como a los que bajan a la tumba.

Escucha la voz de mi plegaria

cuando a ti grito y elevo mis manos

hacia tu Templo Santo.

Junto con los malvados no me arrastres

ni con los que cometen iniquidad,

que hablan de paz a sus hermanos,

pero llevan dentro la maldad.

Págales tú de acuerdo a sus obras

y según la malicia de sus crímenes,

dáles lo mismo que han hecho sus manos;

págales como se lo merecen.

Ya que no miran las obras del Señor

ni entienden lo que hacen sus manos,

él los destruirá y los rehará.

Bendito sea el Señor,

que ha escuchado la voz de mi oración.

El Señor es mi fuerza y mi escudo,

mi corazón confiaba en él,

y me socorrió;

por eso mi corazón se alegra y le canto agradecido.

El Señor es la fuerza de su pueblo,

un refugio seguro para su ungido.

¡Salva a tu pueblo y bendice a los tuyos;

pastoréalos y llévalos por siempre!.

 
 
 

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Sagrado Corazón de Jesús

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