Y el Santo Evangelio para hoy.......
- Sandra Tabares
- 14 feb 2015
- 2 Min. de lectura
SANTO EVANGELIO
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGUN
SAN MARCOS 8, 1-10
Uno de aquellos días, como había mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da lástima de esta gente; llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y, si los despido a sus casas en ayunas, se van a desmayar por el camino. Además, algunos han venido desde lejos." Le replicaron sus discípulos: "Y de dónde se puede sacar pan, aquí, en despoblado, para que se queden satisfechos?" Él les preguntó: "¿Cuántos panes tienen?" Ellos contestaron: "Siete". Mandó que la gente se sentara en el suelo, tomó los siete panes, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente. Tenían también unos cuantos peces; Jesús los bendijo, y mandó que los sirvieran también. La gente comió hasta quedar satisfecha, y de los trozos que sobraron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil. Jesús los despidió, luego se embarcó con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.
Palabra del Señor (Rta/ Gloria a Ti Señor).
MEDITA Jesús nuestro alimento
Jesús reúne al pueblo en el desierto, comparte con ellos tres días y termina todo con una fiesta de comunión, un gran banquete en el que sobran siete canastas. Hubo dificultades y pocas ganas de colaborar por parte de los discípulos, pero Jesús deja a todos satisfechos. El encuentro con la Palabra culmina con el encuentro en la Mesa. Y Dios da pan a todos, vuelve a alimentar a su pueblo en el desierto.
La práctica de caridad para con los demás sólo puede llevarse a cabo a partir del encuentro íntimo con Dios. Cristo quiere ser nuestro alimento, conoce nuestra hambre y sed de eternidad. Cristo quiere ser medicina de inmortalidad en las enfermedades que hacen sucumbir nuestra alma. Cada comunión, cada encuentro con Cristo Sacramentado, es un momento que abre nuestras almas a la contemplación y nos dispone a la posesión del cielo. Que nuestra vida cotidiana esté siempre acompañada con su gracia salvadora. Que la grandeza del Misterio Eucarístico nos ayude a disponer nuestra alma al encuentro definitivo y pleno con Dios.
Tomado de: Misericordia día a día
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