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Los Sueños

  • Sandra Tabares
  • 14 feb 2015
  • 1 Min. de lectura

Sirácida 34, 1 - 8
Los Sueños

1 Las esperanzas vanas y engañosas son para los imbéciles: los sueños dan alas a los insensatos.

2 Contar con los sueños es como perseguir una sombra o correr tras el viento.

3 Lo que se ve en sueños no es más que un reflejo: la persona ve su propia imagen. 4 ¿Puede uno purificarse con algo impuro? ¿Y encontrar la verdad en lo que es mentira?

5 Predicciones, visiones y sueños son tan vacíos como los fantasmas de una mujer en cinta.

6 A menos que te sean enviados como una visita del Altísimo, no les prestes atención. 7 Porque los sueños engañaron a mucha gente; los que confiaron en ellos fracasaron.

8 La Ley en cambio se cumplirá sin falta: es sabia en lo que dice, fiel en lo que promete.

NOTA

En tiempos anteriores, en Israel, la gente confiaba mucho en los sueños para conocer la voluntad de Dios. Esta es una reacción en contra. Sin negar que Dios puede en algunos casos guiar al creyente o advertirlo por medio de un sueño, el autor enseña que uno no debe guiarse ciegamente por sus sueños: el camino seguro es cumplir la Ley de Dios (comentario Gen37).

 
 
 

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