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Los que alabamos a Dios procuremos obedecer su voluntad en la vida diaria.

  • Sandra Tabares
  • 10 feb 2015
  • 1 Min. de lectura

Salmo 95 (94):
Vengan, cantemos al Señor.--
Vengan, alegres demos vivas al Señor,
aclamemos a la Roca que nos salva;
partamos a su encuentro dando gracias;
aclamémosles con cánticos.
Pues el Señor es un Dios grande,
un rey grande por encima de todos los dioses.
En su mano están las bases de la tierra
y son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, él fué quien lo creó,
y la tierra firme, que formaron sus manos.
¡Entremos, agachémonos, postrémonos;
de rodillas ante el Señor que nos creó!
Pues él es nuestro Dios
y nosotros el Pueblo que él pastorea,
el rebaño bajo su mano.
Ojalá pudieran hoy oír su voz.
"No endurezcan sus corazones como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto,
allí me desafiaron sus padres
y me tentaron aunque veían mis obras.
Cuarenta años me disgustó esa gente
y yo dije: "Son un pueblo que siempre se escapa,
que no han conocido mis caminos".
Por eso, en mi cólera juré:
"Jamás entrarán en mi reposo".

 
 
 

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