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Las personas más sencillas nunca se cansan de alabar a Dios.

  • Sandra Tabares
  • 8 feb 2015
  • 1 Min. de lectura

Salmo 148:
¡Aleluya!
¡ Aleluya !
Alaben al Señor desde los cielos,
alábenlo en las alturas,
alábenlo todos sus ángeles,
alábenlo todos sus ejércitos.
Alábenlo el sol y la luna,
alábenlo todos los astros de luz;
alábenlo cielos de los cielos
y las aguas por encima de los cielos.
Alaben el nombre del Señor,
pues lo ordenó y fueron creados;
los puso por los siglos de los siglos
bajo una ley que nunca cambiará.
Alaben al Señor desde la tierra,
monstruos del mar y todos sus abismos,
fuego y granizo, nieve y neblina,
huracán que ejecuta su palabra,
las montañas y todas las colinas,
árboles frutales y todos los cedros,
animales salvajes y domésticos,
reptiles y aves que vuelan,
reyes de la tierra, todas las naciones,
príncipes y los que gobiernan la tierra,
jóvenes y muchachas,
ancianos con los niños.
Alaben el nombre del Señor
pues su nombre es el único sublime,
su majestad excede tierra y cielo.
Levantó la cornamenta de su pueblo,
causa de orgullo para todos sus amigos,
para Israel, el pueblo que a él se acerca.
 
 
 

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Sagrado Corazón de Jesús

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